Boom de las motos en Barcelona

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Moto en BarcelonaTexto: El Periódico.com

El motorista está acostumbrado a aparcar en la puerta. De casa, del trabajo, del bar, del gimnasio, del cine. Los hábitos vinculados a la movilidad ayudan a organizar el tráfico, porque de alguna manera, todo el mundo se conoce y las sorpresas son las mínimas; de ahí que al nuevo, el ciclista, le cueste tanto integrarse. Las costumbres, sin embargo, pueden ser malas compañeras de viaje cuando el tablero cambia: en una Barcelona en la que hay más motos que nunca, los responsables de Urbanismo imaginan aceras sin obstáculos para que el peatón pasee sin tropezones ni sobresaltos.

En los últimos 20 años, el número de turismos en la capital catalana ha bajado el 6,5% (a finales del 2012, último registro conocido, había 584.848), mientras que las motocicletas han aumentado el 63,3%, y ya son un total de 296.618. Y subiendo. La ciudad dispone de 56.722 plazas de aparcamiento para motos, el 97% en superficie, y el 3% en párkings subterráneos. Barcelona es la ciudad europea con más motos por habitante, solo superada en número por la caótica Roma. A las 300.000 censadas hay que sumar las más de 50.000 que entran a diario desde todo el área metropolitana, y añadir las de alquiler, un negocio turístico al alza. Con todo, solo el 16,2% de los motoristas encontrarán en la ciudad un hueco en el que dejar su máquina. El resto, a buscarse la vida.

POSTAL INSÓLITA / Un paseo por el Eixample y Ciutat Vella basta para darse cuenta de la precariedad del estacionamiento de los vehículos de dos ruedas. La peatonalización de los barrios viejos, la reforma de grandes avenidas y la voluntad de despejar los corredores para viandantes generan las imágenes que acompañan estas líneas y que configuran, según el RACC, una postal «insólita en Europa que obliga a Barcelona a encontrar soluciones por sí sola porque no hay buenas prácticas de otras ciudades que se puedan imitar». Lluís Puerto, responsable técnico de la fundación del club automovilístico, admite que en estas situaciones «en las que son los otros los que te copian a ti» es muy difícil dar «con la mejor respuesta al problema».

Al motorista no le gusta que nadie ponga en duda su libertad de movimiento. Lo intentó Jordi Hereu en el 2010 con una prueba piloto en el Poblenou, el primer barrio en expulsar a los motoristas de todas las aceras. Aquello no salió bien. O no hubo tiempo para calibrar su éxito, puesto que CiU, menos de un año después, levantó el veto cuando se hizo con el ayuntamiento. De momento se impone el ir tirando, con una Guardia Urbana que solo multa en casos extremos porque, de otra manera, la carnicería sería bíblica.

Las matriculaciones entre enero y mayo de este año, además, están en niveles del 2010 tras casi un lustro de descenso. Con la subida del transporte público, en enero de este año, de una media del 5%, la asociación Promoción del Transporte Público advirtió de que muchos acabarían comprando una moto porque sale más económica que el bus o el metro. Si se comparan los cinco primeros meses del 2013 y el 2014, las ventas han subido casi el 6%, con 5.110 matrículas más. Puerto corrobora esa opinión. A su modo de ver, la moto es una «alternativa de movilidad privada con muchas ventajas, también económicas».

A LA CAZA DEL HUECO / Aparcar en el entorno de Santa Caterina es imposible de lunes a viernes. Las motos se hacinan en las laderas, la mayoría inclumpliendo la ordenanza. Sucede los mismo en la plaza de Catalunya, donde poco margen queda para ampliar el número de plazas, o en los cruces de la rambla de Catalunya. No digamos ya en el tramo central de la Diagonal. La futura reforma mantendrá el estacionamiento, pero cabrán muchas menos que antes. Está por ver cómo se redistribuirán por las calles que cruzan la avenida. En Balmes, en el tramo que se está renovando entre la plaza de Molina y la Diagonal, una de las aceras ya está completada. El ancho que se ha ganado ha sido ocupado por las motos, que si antes aparcaban en paralelo al asfalto, ahora lo hacen en semibatería, lo que convierte en inútil una mejora que pretendía dotar al peatón de más espacio. Como el agua hace con ríos y meandros, adaptándose y buscando sitio por todas partes, la moto aprovecha cualquier nuevo hueco para adueñárselo.

En el paseo de Gràcia se han pintado algunas plazas para estacionar, pero son insuficientes. En Sant Joan se están ampliando aceras, y con las obras a medias, ya hay motos estrenando el nuevo lateral a falta de señalización que lo prohíba. Incluso delante del ayuntamiento, en la plaza de Sant Miquel, un aparcamiento con seis plazas suele estar ocupado por una docena de motos.

El alcalde, Xavier Trias, suele vincular el futuro de la movilidad y los desplazamientos urbanos con la moto eléctrica, pero primero habría que pensar en hacerle un sitio.

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